miércoles, 14 de diciembre de 2011

Premiación

 

premiacion

Ganadores concurso de cuento Facultad Nacional de Salud Pública

1. Un caballero de corazón. Seudónimo: Falcón C4. 15 votos

2. Mi amor siempre. Seudónimo: Seleny. 10 votos

3. Canas apasionadas. Seudónimo: Artesano. 10 votos

4. Triste alegría. Seudónimo: Zundry. 3 votos

5. Es un trato. Seudónimo: El ilusionista. 3 votos

6. La otra vida. Seudónimo: Gitano. 2 votos

7. El prodigio del click. Seudónimo: Rayo de Luz. 1 voto

8. La oportunidad de vivir. Seudónimo: Afrodita. 1 voto

9. Entre flores y sangre. Seudónimo: Juana. 1 voto

Total 46 votos

sábado, 5 de noviembre de 2011

Atención

atencion

Se informa a la comunidad académica de la Facultad Nacional de Salud Publica que la apertura de la urna, conteo de votos y premiación al ganador del
I Concurso de cuento corto y poesía se realizará el jueves 10 de noviembre de 2011 a las 4:00 p.m. en el aula 319

martes, 23 de agosto de 2011

Es un Trato

Es un trato

Era mediodía y como de costumbre, Mariangel llegó a casa desde el colegio, donde a sus seis años de edad, cursaba su primer año escolar. Soltó los cuadernos y corrió hasta el dormitorio, donde la abuela Paulina yacía lánguida, casi agonizante, pero en su rostro aún podían verse esos rasgos finos que otrora hicieron de ella una dama hermosa. Su rostro aunque surcado por esas líneas que el tiempo suele dejar, no lograban ocultar esa mirada dulce y la sonrisa amable, que Mariangel tanto conocía y que buscaba a como diera lugar.

¡Abuelita, abuelita!-se escucharon los llamados desde que entraba.

-¿Cómo estas pequeña?- preguntó como siempre la abuela-

- ¡Bien!- respondió con entusiasmo la pequeña-mientras se acostaba a un lado y la abuela acariciaba los cabellos largos, lisos y sedosos de su nieta.

- Y…dime ¿ha sido este un día especial?

-¿Por qué lo preguntas abuelita?

- Te conozco niña mía y sé que algo me quieres preguntar.

Mariangel guardó silencio un rato, luego se sentó y miró a su abuela con los ojos llenos de lágrimas, tomando aire lentamente y con voz entrecortada preguntó:

- ¿Abuelita es verdad que te vas a morir? - la abuela se quedó pensando un rato y comprendió la aflicción de este ser tan pequeño. Se propuso dar una respuesta llena de verdad pero también de mucho amor.

- ¿Qué es para ti morirse niña mía? – Preguntó con voz dulce la abuela-

-Pues…-replicó Mariangel- todos me dicen que te irás al cielo y no podré verte nunca más.

-Pequeña mía-dijo la abuela- tal vez ellos tengan razón cuando dicen que voy a morir, pero se equivocan en algo, pues las personas que mueren, no se van a ningún lado, simplemente Dios los asigna como ángeles guardianes de aquellos que han amado, para que los cuiden día y noche, susurrándoles al odio esas palabras de aliento, fortaleza y amor que les son tan necesarios.

- Abuela Paulina –dijo la pequeña –¿te podré ver o al menos oír?

- Sí pequeña-respondió la abuela-mientras tu corazón esté puro lo podrás hacer, y aún si no me vieras, yo te enviaría señales para que supieras que estoy contigo.

-¿Cómo cuales? –Preguntó Mariangel-

-¡Muchas! –Respondió con voz entusiasta la abuela-te enviaría una suave brisa en verano, un caluroso abrazo en el invierno, en las noches el cantar de los grillos para que te arrullen y en la mañana el canto de las aves para que te despierten, pero sobre todas las cosas Mariangel, escucha siempre la voz de tu corazón, porque desde allí te guiaré y te cuidaré siempre.

-Abuelita-Habló Mariangel- ¿puedo pedirte un deseo para que cuando te nombre mi ángel guardián, le digas a Dios que me lo conceda?

-¡Por supuesto! – Respondió la abuela-

-Quiero que le pidas a Dios que me permita ser un ángel aquí en la tierra.

-Pequeña mía- comenzó a decir la abuela – ese deseo tuyo, además de que yo se lo diga a Dios, es algo que tendrás que proponértelo todos los días; pues ser un ángel aquí en la tierra no es asunto de solo pedirlo, porque son tus acciones diarias las que afirman o destruyen tu deseo.

Además también debes comprender que tus alas solo te las podrían entregar cuando tú vayas donde él, porque de otro modo…

-¿Entonces, no puedo lograrlo? – Preguntó Mariangel-

-¡Claro que puedes! – Respondió sonriendo la abuela- solo que te propondré un trato: yo llevaré tu deseo y se lo diré, mientras tú aquí ejercerás la labor de ángel, para que él vea que te las mereces.

-¿Cómo voy a hacer eso abuelita?

- Veras- respondió la abuela-cuando alguien haga algo que te enoje, no contestes con agresiones, mejor piensa y cuenta hasta diez. Si alguien toma algo tuyo, no lo reclames con insultos, solo busca la causa de su actuar y si tu conclusión es que esa persona lo necesita más que tú, simplemente regálaselo. No niegues a nadie un vaso con agua, un plato de comida ni la oportunidad de expresar su verdad, pues todos somos diferentes y todos podemos opinar. Nunca propagues un chisme o mal comentario sobre nadie, mucho menos lances críticas malas, mejor busca siempre las cosas positivas que se pueden comentar, pues si bien una persona puede no estar bien vestida, su belleza o capacidad intelectual lo pueden compensar. Todos somos humanos y a veces nos equivocamos, procura entender la humanidad. Más si un día debes defender tu verdad, no olvides hacerlo de forma coherente y lógica siendo justa por demás. Pues niña mía un ángel siempre busca el bien de la humanidad en su conjunto, sin dejarse llevar por egoísmos y rencores que en nada bueno pueden terminar. Por último respeta a tus padres y mayores y di siempre la verdad.

¿Es un trato? –Preguntó la abuela-

-¡Es un trato! –contestó Mariangel – a quien en esos momentos llamaron para ir a almorzar. ¡Te amo abuela! – se despidió la niña – mientras daba un beso a su abuela.

-¡Y yo a ti mi ángel! –Respondió la abuela-

Cuando Mariangel regresó vio que su abuela dormía, pero sentía que algo no era igual, estaba más pálida, más fría pero tenía una sonrisa angelical. De pronto sintió una leve brisa que le acariciaba el rostro con un agradable aroma, esto le hizo cerrar los ojos, cuando los abrió allí junto a ella estaba la abuela Paulina con un dedo sostenido en su rostro, rodeada de una gran luz y de su espalda salía dos enormes alas blancas.

Mariangel quiso llorar pero no pudo. La abuela Paulina volvió a preguntar: ¿es un trato?

A lo que Mariangel solo pudo contestar ¡es un trato!

Por: El Ilusionista

lunes, 22 de agosto de 2011

Un Caballero de Corazón

Un caballero

Hacía ya un tiempo, en de una época medieval, cuando aún estaban todos aquellos cuarteles de armería, arquería y caballería a disposición del Rey que los gobernaba y buscaba la forma de un dominio total en su imperio y en busca de una conquista o colonización hacia otros imperios.

Un día cualquiera, con una tarde soleada, de contrastes rojos y anaranjados, pasaba un grupo de caballeros cabalgando rápido y sin cesar, pero a la vez sintiendo una percepción del medio natural, tranquilo y liberado; observando aquel paisaje que de una forma u otra hacia olvidar la sangre, la violencia y toda la presión de sentir a la muerte a su lado.

-Simplemente asombroso”– se les escuchaba decir.

Todos aquellos caballeros se veían increíblemente alegres y felices, como si el cabalgar los hiciera ser así; pero al mismo tiempo sabían, que debían vivir en su cotidianidad la realidad de aquella guerra a la cual eran destinados por su querer y la codicia de tener más poder que les transmitía el rey de cada imperio para aumentar su riqueza, respeto, popularidad y orgullo.

Ese día debían viajar a las afueras del castillo, para llegar hasta donde el reconocido y mejor herrero del aquel reino. Este herrero, Meoximandro, quien así se llamaba, era reconocido por todos como si fuese un héroe para la época; tenía una gran fama por su originalidad, creatividad y eficacia en su trabajo.

Sin embargo, él sentía como si no se conociera a sí mismo.

Meo, como le decían, a pesar de tener fama, reconocimiento y dinero en el reino, se sentía insatisfecho, ya que su verdadero anhelo desde la niñez, era ser un gran caballero, galopar sin cesar, sentir el sonido de cada paso, sentir que el viento chocaba con su armadura de acero que vibraba a grandes velocidades, produciendo una dulce y penetrante melodía parecida a la del “cantar de los ángeles”. Solo de imaginárselo le causaba una sensación de libertad, seguridad y tranquilidad. Ese era su anhelo más grande, al parecer, sin importarle o tenerle algún miedo a la muerte, cosa a la cual estaría expuesto en caso de ser un caballero.

Con la llegada de los caballeros , Meo y todas las gentes importantes del reino, se reunieron en discusión y motivación de la guerra y la contribución de actualización de los estilos y el mejoramiento continuo en las armaduras y de los cuarteles. A Meo se le ocurrió una idea, que se había plantado dentro de él y que como si fuera un virus, creció y creció, hasta el punto de no poder controlarla, por lo cual se dijo a sí mismo – “¿Por qué no hablarle al Rey acerca de mi grande anhelo?”—Exclamó-- pues sí, a eso estaba dispuesto Meo.

Sin embargo; una vez empezada la reunión, Meo no encontraba el espacio para decirlo, y cuando lo tenía, se sentía inseguro. Al parecer había desistido y había olvidado su más grande anhelo, simplemente por el pesimismo que le rodeaba

–¿Sera que si le digo lo aceptará?—Se decía a sí mismo—

Momentáneamente sonaron las trompetas de alarma anunciando la proximidad del enemigo.El rey salió a su balcón y desde ahí exclamo:

-¡Protejan el reino. Luchen sin cesar. Luchen por sus vidas, por sus familias y por su honor¡

Al comienzo de la batalla, todos luchaban, los niños lloraban, otros rezaban, muchos morían y pocos sobrevivían. La esperanza era una palabra en la que pocos creían, oscuridad era lo que se sentía, tragedia era lo que se vivía. Pero el corazón y el aliento de muchos, hizo que el reino, a la guerra sobreviviera.

Mientras muchos batallaban, el Rey y su familia, sacerdotes y seguidores, conserjes, y el resto de asistentes a la reunión, permanecían escondidos en una habitación. Varios enemigos se escabulleron de las fuerzas de protección e irrumpieron en aquella habitación. Meo se dio cuenta que detrás del Rey estaba un enemigo y de inmediato exclamó con cierta preocupación y alteración:

-¡Mi Rey atrás¡, ¡Mire hacia atrás¡ --

El Rey se agachó y Meo aprovecho y golpeó al enemigo, tanto así que lo tiró por la ventana de aquella habitación. El Rey le agradeció simultáneamente la guerra se daba por terminada.

Al darse por finalizada la reunión por el Rey, Meo se decidió y con gran seguridad, dejando atrás la timidez que le rodeaba, le dirigió unas palabras al Rey Guillermo III de forma firme, exclamando:

–¿Podrías convertirme en un caballero?;

A lo que el Rey contesto:

–Por supuesto mi más grande y querido amigo, pero, ¿Estás dispuesto a dejarlo todo?

Meo contestó:

–No lo dejaré todo, sino que por el contrario encontraré y completaré mi deseo, y mi más profundo anhelo: el de ser un caballero –Exclamó

El Rey lo miró fijamente a los ojos y con una voz bastante firme en medio de las víctimas del combate y de los otros presentes, Dijo: –--¡Desde ahora, te proclamo, el Caballero Meoximandro, un gran caballero, Un caballero ce corazón!.

Por: Falcon C4

Entre Flores y Sangre

Entre flores

Herzhebeth, una duquesa interesada por el arte rupestre, decidió emprender un acto científico al ver que con la sangre de diferentes animales mezclados con flores podría descubrir colores exóticos.

La gran duquesa buscaba en todo el mundo las más llamativas flores y los más feroces animales; en el trayecto de su búsqueda se topó con un siervo llamado Bactory y le preguntó:

-¿Qué haces recogiendo esas flores?

- Yo las cultivo- respondió

- ¿Cómo haces para cultivar sus colores?

El astutamente dijo: - Duquesa me disculpará el atrevimiento pero ¿Por qué tanto interés?

Ella aireada comentó: -¿Acaso… a una mujer no le pueden fascinar las flores?

-Por supuesto que sí-, dijo Bactory

-Entonces ¿por qué la pregunta?

-Su excelencia hay personas que utilizan las flores para la pintura y otras para la magia negra.

Molesta por su respuesta lo ignoró y cambió de rumbo la conversación -¿Sabe cultivar cualquier tipo de flor?- Preguntó Herzhebeth

-¡Claro!

-¡Bactory! ¿Aceptaría usted venir a mi castillo?

-Mi señora me gustaría, pero debe de comprar mi libertad

- No hay problema, pero ten en cuenta que serás mi jardinero

Herzhebeth buscó al rey para ofrecerle 200 monedas de oro por la libertad de Bactory. Lo encontró visitando las cuevas de Laxcaux, su lugar preferido.

El rey respondió: -Yo no acostumbro a vender mis súbditos ¿Cuál es su intención?

-Su alteza, solo quiero hacer pintura con sangre y flores por eso necesito de la ayuda de Bactory.

Él, alegre porque compartía la misma pasión que Herzhebeth dijo:

-Duquesa no debe ofrecerme oro por él, se lo regalo con una condición

-¿Cuál?

-Cuando obtenga la pintura, deseo que me obsequie una obra de su autoría.

-Será un placer, ¡haré la mejor obra mágica!

Herzhebeth viajó con Bactory de inmediato a la colonia. Al llegar dio orden a sus siervos para que recogieran un animal por región, el animal debería ser sagrado para el pueblo. Seis meses después llegaron los siervos con 635 animales y Bactory ya tenía listo el cultivo de flores.

Herzhebeth sacrificó a todos los animales y guardó su sangre en frascos de ágata; trituró todo el cultivo de flores extrayendo el líquido que salía de ellas embotellando 36 muestras de colores en frascos de amatista. Dijo a Bactory que quería que cada color fuese mezclado con cada de las 635 frascos de sangre obteniendo así un total de 22.860 tonos de pintura, la más grande de la época. Herzhebeth como pintora empezó a plasmar en sus obras criaturas que solo ella imaginaba. Dibujó personas pequeñas, de orejas miniaturas, ojos negros, zapatos de arlequín y los llamó duendes; mezcló humanos con formas de mariposa y los llamó hadas; pintó humanos que gobernaban el reino animal y dio el nombre de elfos y ninfas.

Esforzándose para fabricar la pintura más preciada para el rey Myloket, se le ocurrió dibujarse rodeada de criaturas con pies de árbol y con escamas, recreando así fenómenos de la naturaleza combinados con el humano.

Creó la pintura más preciada mezclando toda la sangre con todas las flores; comenzó a pintar el cuadro que llegaría a Myloket ¡su gran obra!

Herzhebeth repartió por todo su pueblo las obras que ella había hecho, haciéndose así la duquesa más famosa en la pintura.

Ella sabía que por haber utilizado sangre sagrada y la mayor expresión de la naturaleza que eran las flores, sus obras cobrarían vida.

Luego de que los cuadros fueron repartidos, su pueblo empezó a engendrar duendes, nacieron elfos, hadas y ninfas qué la gente adoraba como si fuesen luciérnagas y mariposas mágicas. Pero la energía más grande de la tierra estaba en el cuadro de Myloket, al país del rey cayó una peste. A un niño le salieron raíces en los pies y fue el hombre árbol, a otro se le escamó la piel y era un hombre pez y por último a un señor se desfiguró el rostro haciendo que se le derivara una trompa y lo llamaron el hombre elefante.

El rey desconcertado pensó que la imaginación de aquella bruja y la conspiración de su siervo habían modificado el principio creador de la humanidad a través de sus pinturas. Myloket mandó a matar a Herzhebeth y a su jardinero. Herzhebeth murió colgada en su colonia por recrear personajes que no existían y el siervo por cómplice de la bruja. Lo que él no sabía era que con su muerte no se acabarían los hechizos de las pinturas.

El cuadro que pintó para el rey aun se conserva en los aposentos del palacio y todos los atardeceres vuelan desde él diminutas hadas que guían el camino al enamorado que corteja a la dulce princesa Kaerg.

Por: Juana

sábado, 20 de agosto de 2011

Mi Amor Por Siempre

Mi amor por siempre

Era una chica de unos dieciséis años para ese entonces. La verdad no estoy muy seguro. Total, para el amor la edad es lo de menos. Lo que sí recuerdo con mucha nitidez era el aroma de su cabello que perduraba en el aire y lo dejaba a uno flotando en el tiempo. Algo que tampoco podré olvidar eran aquellos ojos de mil colores, perdidos y desconcertantes, que hacían tantas preguntas y daban tantas respuestas; al igual que sus formas delgadas y suaves; y aquel color canela que la envolvía y la hacía deslumbrar. Pequeña, intimidante y delicada. Sí, así era ella, misteriosa e incitante. Recuerdo como si hubiese ocurrido apenas ayer el día en que la conocí. El día en que tuve la fortuna de verla por primera vez.

Fue una tarde como muchas con el cielo azul y el sol brillante; pero aquella tarde tenía un sabor diferente (¿sería por que aparecería ella?): yo estaba sentado en una banca de la plaza leyendo. Nada importante, sólo lo hacía para distraerme, cuando en un instante tan fugaz como eterno, ella cruzó por mi lado sin mirarme. Aquel perfume incomparable me hizo levantar la mirada y ver a aquella dulce joven que pasaba por ahí. Me causó mucha curiosidad ya que no la había visto antes por el pueblo, pero me gusto verla, porque con su sola presencia iluminaba todos los sitios por donde pasaba.

Me dejó una sensación muy extraña, un sinsabor y no sabía por qué. Tomé mi libro y me marché para la casa de José Escudero, mi amigo. Me abrió la puerta como siempre con una gran sonrisa y me invitó a pasar. Por él me enteré de quién era esa jovencita que tanta inquietud había dejado en mí. Era prima de Ángela, la hija del señor Mendoza, un importante político y comerciante.

Me quedé pensativo un rato. Después seguí hablando con mi amigo de cosas que ya ni me acuerdo, hasta que se hizo de noche, entonces me despedí y regresé a casa.

Pasé toda la noche pensando en ella. Me inquietaba. Si saber porqué no podía sacarla de mi cabeza ni un instante.

Hasta que llegó la oportunidad de conocerla personalmente. El hijo del alcalde estaba de cumpleaños y yo asistí a la gran fiesta. Por ser hijo de Don Joaquín Lizarazo, uno de los hombres más importantes de la región, tenía algunos privilegios. Ya en la fiesta, todo iba transcurriendo normal, muy agradable hasta que llego el Señor Mendoza con su esposa, su hija Ángela y ella. Estaba tan hermosa que no pude evitar ponerme un tanto nervioso.

Se acercaron a donde nos encontrábamos mi familia y yo, nos saludaron muy cortésmente y mi padre los invitó a compartir la mesa. Por mi parte no podía apartar la mirada de ella, me parecía fascinante y la tenía tan cerca. Ella muy tímidamente me devolvía una que otra mirada. Después de un rato, armándome de valor apenas sonó el primer vals, la invité a bailar.

- ¿Cuál es su nombre? Pregunté ansiosamente.

-Amelia Mendoza del Castillo- Respondió con una voz tan dulce que era posible saborearla.

- Un placer señorita, mi nombre es Ricardo Lizarazo.

Después de ahí sólo fueron risitas y miradas. Así fue mi primer encuentro con ella, en medio de la noche, de música y de vino.

Conforme iban pasando los días, yo frecuentaba la casa de los Mendoza para estar cerca de ella. Salíamos a pasear por el jardín, tomábamos café en las tardes y hablábamos durante horas y horas. Se me volvió una adicción su compañía, quería tenerla cerca en todo momento. Un día muy decidido le confesé que estaba enamorado de ella. Fue un momento tan maravilloso, pues aun recuerdo ver reflejados en sus ojos infinitos un brillo que me lo decía todo. Con un beso, el más sincero y puro de todos, me dijo que ella sentía lo mismo por mí.

Amelia, la mujer de mi vida, la mujer que logró cautivar mi corazón, con su sencillez, su fuerza, su espíritu libre y sus ganas de devorarse el mundo de un solo bocado. Amelia, mi amada Amelia. Los días que siguieron los podría definir como algo mágico e increíble. Ella hacía que la vida no pesara tanto.

Hasta que una tarde, parecida a aquella cuando la vi por vez primera, la vi llegar con los ojos inundados como el mar. Parecía que cargaba con todo el dolor del mundo. No era la misma chica alegre que repartía sonrisas en su camino. Estaba diferente. Me abrazó con una enorme fuerza. Desesperado le pregunté qué pasaba. Me dijo que su tío había ofrecido su mano en matrimonio; aunque ella se había opuesto a tal decisión, era imposible ir en contra de la voluntad de quien está a cargo de ella, y no hay más remedio que aceptar el cruel destino que nos había tocado, pues para nuestro amor ya era tarde.

Sentí que me moría. Cuando pronunciaba cada palabra un dolor inmenso se me clavaba en el corazón. La perdía y me era imposible aceptar que no podía hacer nada para que eso no fuera así. La abracé con desesperanza y la besé con locura. No la quería perder.

Esa noche nos entregamos el uno al otro con dolor, con vehemencia, con amor. Recuerdo esa noche, pues aun la tengo grabada en mi piel y en mi pensamiento, en la cual nos desnudamos en cuerpo y alma. Fue la única vez que estuvimos juntos de esa manera, lloramos como dos niños ya que el adiós era inevitable y desgarrador. La amé con todas mis fuerzas intentando con cada beso perpetuarla en mi memoria.

Pero todo acabó. Con el alba ella se desvaneció como un suspiro, se fue dejándome sólo su recuerdo. Su sabor, su presencia invisible, se fueron, llevándose mi vida, mis ganas, mi corazón. Llevándose todo, menos este amor incurable que me destroza por dentro.

Me sentí cobarde por no haber defendido mi amor. Un idiota por haberla dejado escapar. El ser más miserable del planeta pues de nada vale la vida si no se tiene amor. Me odié y nunca me perdoné haberla dejado ir. Amelia, mí amada Amelia.

Desde entonces no he podido dejar de pensar en ella. De alucinar con esa noche en que la tuve entre mis brazos, de creer que aparecerá en cualquier madrugada. No he tenido sosiego, pues me atormenta pensar que ella está con otro; me aborrezco porque no he tenido el coraje para ir a buscarla, pues me aterra pensar que ella ya se haya olvidado de mi; creo que sólo me queda esperar a que la muerte, mi amiga muerte, se compadezca de este pobre corazón cansado de quererla y venga por mí, y me lleve al infinito en donde esperaré por ella para estar juntos por siempre y para siempre.

Por: Seleny

Triste Alegría

Triste alegria

Hoy llegaste a mi tarde como siempre más cabizbajo que nunca, sin que brotara palabra alguna de tu seca boca, tu ropa con el olor que acostumbras a putas baratas y alcohol. Ya no tenía palabras para expresar lo que sentía. Pero me siento alegre al oírte, pues hoy a diferencia de otros días te has dignado a parecer temprano, además es la primera vez que te veo llorando.

Que sensación tan extraña. Había llegado a pensar que no tenías sentimientos ¡claro!, como siempre te has mostrado duro e insensato…. gracias por mostrarte como estas haciéndolo hoy. No conocía esa faceta de ti, diez años de matrimonio pero ni uno de conocernos; es que uno no termina de conocer nunca alguien, dicen por ahí… bueno, el caso es hoy hay motivos para celebrar, pues me has traído rosas, creo que son las mas lindas y rojas que has podido traerme, lastima que el color sangre no me agrade mucho, pero aprecio el detalle que has tenido, pues en nuestros años de matrimonio no te portaste tan bien como lo haces hoy. Creo que por fin me ha escuchado Diosito, estas arrepentido…. y quieres pedirme perdón.

¿Qué? ¿Qué dices? Pensé que nunca iba ha escucharlo de ti, que en verdad me dijeras ¡te amo! Entonces si es el días mas grandioso de mi vida, porque recuerda todas las veces que llegaste a mi regazo con olor a burdel, reclamando porque la comida estaba fría. ¡Claro! En muchas ocasiones te esperaba para la cena y, como no aparecías. Además, acuérdate de cuando me golpeabas cruel y brutalmente como si fueras animal en celo y como mi sangre manchaba sin excepción el tapete. Fueron muchas veces así, renegabas de mi y yo trataba siempre de darte lo mejor, despreciabas mis caricias y solo te empeñabas en calmar tus ansias de sexo sin importarte si yo quería o no. Mis padres siempre me dijeron que no me convenías; mis amigas, que tu eras un tempano de hielo. Pero eso a mi no me importaba; siempre tuve la ilusión de que a mi lado ibas a cambiar; y mira hoy lo has hecho.

Por: Zundry MC

La Otra Vida

La otra vida

-Alcides el hijo de Saulo, al que enterramos antier, resucitó- Gritaba espantada Rosario. El pueblo se aglomeró.

Fermín en medio de la gente, se acercó y le dijo:

-¿Cómo aseguras que resucitó?

- Lo vi salir del cementerio cubierto por el sudario y la bruja Lía le quitó sus ropajes y murmuró -diles la verdad, di que mucha gente ha resucitado- Contestó ella. La gente asustada no sabía qué hacer.

En eso llegó alguien conocido hablando suavemente y les dijo:

-Soy Alcides.

En ese momento Alonso, uno de sus amigos, irrumpió en llanto y preguntó:

-¿Qué puedes contar de la otra vida, que viste, que sentiste?

-Una tranquilidad enorme. Mi espíritu deambulaba y observaba a Marta, que no era mi amiga, quien lloraba desgarradoramente cerca al féretro; tú, Alonso, siendo mi amigo, no expresabas dolor; Claudia mi ex novia agradecía al cielo mi muerte; el noble Flavio se trastornó por mi muerte y fue el único de entre los que me enterraron que escuchó con amor y miró con misericordia a los sufrientes. Así sucesivamente, todos mostraban lo que eran.

-Pero, ¿qué sentiste en el más allá?, insistió Alonso.

-Amigo de nadie, apareció una luz muy poderosa portadora de una gran paz, semejante a nada en la tierra. Sabía qué pensaba y cómo lo pensaba. Esa energía inmensa me transcribió el pensamiento y contestaba mis inquietudes, todas y cada una con mucha paciencia.

En ese momento llegó Flavio y lo abrazó y le dijo:

- Eres mi vecino de toda la vida, tus alegrías pasaban por mi observación y pienso que ahora gozas de una segunda opción. No nos expliques, porque no entenderíamos.

Alcides llorando de alegría le dijo:

-Flavio en mi muerte entendí tu sabiduría, sólo la paz del corazón es la esencia de la vida y la felicidad es la que nos acerca a eso que vi con toda su inmensa luz. Comprendiendo que el hipócrita no gana nada y que la vida terrenal es muy corta para decidir ser infeliz.

Luego se sintió cansado y dijo a la gente que quería descansar.

Desde entonces Alcides fue el hombre más justo de toda la comarca. Vivió hasta los 80 años.

Flavio ya anciano contó esta historia a sus nietos quienes no paraban de prestar atención a todas sus historias.

Dijo uno de los niños:

-¿qué pasó con Lía?

El anciano responde:

-Cuentan que cayó un rayo en la tumba donde estaba enterrado Alcides y la bruja sólo le ayudó a quitarle los ropajes, ella murió unos diez años después, no sin antes llamar al cura y al resucitado para que la despidieran. Si quieren saberlo, el que se suicidó fue Alonso por el dolor que sintió con las palabras de Alcides.

-Así niños que hay gente muerta en vida, porque decide ser infeliz. Hay gente que tiene una segunda oportunidad: la felicidad. Porque decide ir a ella.- terminó Flavio.

Por. EL GITANO

La Oportunidad de Vivir

laoportunidad

Algunos piensan que el corazón es solo un órgano que por medio de sus impulsos bombea sangre a todo el cuerpo; pero déjenme decirle que el corazón va más allá de lo que pensamos. El corazón es el poseedor de la esencia de nuestra alma y el motor en la toma de nuestras desesperadas decisiones y deseos más profundos. Como el que yo sentía en aquel instante en que desperté con las manos y pies atados, con mis ojos tapados y tirada en la esquina de una fría habitación. Era como si el frio de la muerte fuera hasta la última entraña de mi cuerpo y cada gota de sangre que entraba y salía de mi corazón llevara en si la desolación y pocas ganas de vivir.

¿Dónde estaba? ¿Cómo llegué allí?

Mi mente no me brindaba ninguna respuesta, solo el latido rápido y fuerte de mi corazón anunciaba que todo estaba muy mal. De repente escuché los pasos de dos personas que se me acercaban: ¿Quiénes son? ¿Qué quieren de mí?, uno de ellos me dijo:

- Lo que queremos es tu corazón, ya tenemos un comprador, serás el ángel de un pequeño ser que sí desea vivir. ¿Te acuerdas de la estación del metro, cuando te dije que te necesitaban aun en este mundo?

Al escuchar aquel comentario de inmediato recuerdo aquella imagen donde caminaba por la ciudad, bajo la imponente lluvia que se apoderaba de todo. En mi mano derecha empuñaba la foto de mi amado que había fallecido la noche anterior. No lo podía aceptar, no tenía razones para seguir viviendo, todo lo que había construido se había venido al piso. Y en aquella desolación, vi aquella estación de metro donde con escasas monedas pagué el tiquete para el ingreso. Al subir a la plataforma del metro observé por un instante como ejecutar aquella idea con la que daría fin a mi vida. Aquellas personas que estaban en ese lugar no se imaginaban que tan grande era mi dolor, ni lo que les esperaba ver. Pero mi tormento interior se acabó en el momento en que vi el tren. En él terminaría todo. Dispuesta a saltar tomé el impulso y en el momento que me incliné para realizar mi cometido alguien me sostuvo de la cintura, de inmediato mi corazón entro en shock, no podía ni ver, solo vi aquella sombra que me dijo:

-Aun te necesitamos aquí, déjame todo en mis manos, te he seguido todo el camino

-¿Todo el camino? ¿Cómo no noté su presencia?, además me inquietaba ¿Cómo sabía lo que tenía planeado hacer?

El desespero llenó todo mi ser y hasta ahí recuerdo.

Ahora me encuentro aquí limitada en mi libertad. ¡Como son las cosas de la vida!, me quería morir y ahora estoy desesperada por recobrar mi libertad.

-¿Qué va a pasar conmigo? pregunté a aquella persona que me había hablado y ella me respondió:

-Solo piensa que sembrarás una esperanza en este mundo. Cogió mi brazo y me inyectó una sustancia con la que perdí mi conocimiento. En aquel profundo silencio de inconsciencia sentía como mi corazón era alejado de mi cuerpo y el flujo de sangre desaparecía de mi corazón y como la esencia de mí alma se recogía en tan solo aquel corazón y así fue dando sus últimos latidos.

Después de un largo y silencioso frio, sentí unas pequeñas conexiones que se habían adherido a mi corazón, alimentado con un cálido líquido lleno de pureza y ganas de vivir, que lentamente fue llenando cada cavidad. Empezó nuevamente a latir, hasta que sentí esa sensación tan inexplicable como cuando deseas conquistar el mundo, como cuando sientes que se te ensancha el corazón y lo sientes lleno de todos los colores, sabores y olores que pueden haber en este mundo y cada vez se llenaba más de aquella esencia angelical, que solo había pedido un solo regalo a la vida: La oportunidad de vivir. En aquel instante comprendí que ese corazón ya no era mío.

Por: Afrodita

El Prodigio de “Click”

elprodigio

Treinta minutos antes el reloj había marcado la medianoche. Mis ojos en pijama suplicaban irse a dormir. Tardé otros minutos. Algo me estaba faltando. Sí, estaba segura de lo que buscaba, quería intentarlo de nuevo.

Googleé. Escribí: mujer busca mujer para relación seria. Di “click”. Escogí la segunda opción, a la primera acuden muchas y con seguridad el lugar estaba saturado.

Ingresé a los clasificados gratuitos, sección anuncios publicados. Los leí rápidamente, me devolví a uno que llamó mi atención, hice “click”.

Mujer busca chica para una relación seria. Treinta y cinco años, cabello negro, contextura gruesa…

Clickeé. En frente de la caja de diálogo, escribí un mensaje breve, cortés, contundente.

-Ahora sí a la camita –me dije. La deuda conmigo misma quedó a paz y salvo.

Transcurrieron tres días, me había olvidado del click mañanero.

Para el cuarto día tenía varias clases. De camino al baño de damas, luego del almuerzo, mi teléfono móvil sonó:

--Buenas tardes- contesté.

-Hola, ¿cómo estás?, ¿interrumpo?- escuché del otro lado.

-No, acabo de almorzar.

Me detuve y disfruté de un timbre de voz melodioso. Ella guardó silencio.

- ¡Aló!- dije.

- Sí, aquí estoy. Llamo por lo del email. Dejaste tu número de celular.

- ¡Ah! Sí ya recuerdo, ¿fue este fin de semana, cierto?

- Sí, claro. El domingo pasado- contestó la melodiosa voz.

Conversamos unos diez minutos. Nos agradamos. Luego pactamos una cita para el domingo siguiente. Fue estupendo.

Ella viaja constantemente por razones de trabajo, yo me dedico a estudiar. Nos comunicamos por email o en el chat.

Click es nuestro mejor amigo en la red. Acompaña nuestros encuentros. Es más, los permite y los confirma. Baja nuestras fotografías, nos ayuda con la agenda de citas y a expresar nuestros sentimientos emoticones.

Hace cuatro meses somos amigas, lindas amigas puedo decir. La distancia no ha sido obstáculo. En su portátil y en el mío hay un cómplice de nuestra relación.

Hace ocho días él tuvo un gesto hermoso conmigo.

Chateaba con mi amiga y bueno, nuestras conversaciones ya son más íntimas. Sin embargo estaba asustada. Varios días atrás venía pensando en hacerle una propuesta, pero una cosa es pensarlo y otra cosa es hacerlo. Click estaba conmigo, a mi lado, cuando me decidí. Llevábamos una media hora chateando. Yo escribí:

-¿quieres ser mi novia?

Todo se me detuvo. La mente, los pies, los dedos. No me atreví a enviarlo.

-Hola niña, ¿qué pasa?- me escribió.

Yo no quería borrar mi pregunta. Alguien me llamó por mi nombre, volteé a mirar. Cuando regresé a la pantalla, ¡oh sorpresa!! Decía: mensaje enviado. Click se adelantó en mi inconsciente, tomó mis riendas y lo hizo.

Gracias, gracias de nuevo. Han pasado cinco semanas de su atrevimiento, cinco semanas maravillosas, pues nosotras nos queremos mucho.

Esta es mi historia. Te la cuento para que sepas que en la red y en tu portátil hay un duende maravilloso, encantador. Seguro que también te lo has topado. A él le gusta servir. Se llama “Click”.

Por: Rayo de Luz

Canas Apasionadas

Canas Apasionadas

El tiempo nos ha sembrado algunas arrugas. La alacena está llena de buenos recuerdos y de locos viajes. Nuestros cuerpos reposan uno sobre el otro. Tratan de descansar.

Cuando caminamos juntos de la mano hacia el altar, nada nos detuvo y aturdidos por los latidos de nuestros corazones que se oían más que la efímera marcha nupcial, empezamos a tejer la historia de nuestras vidas. Nadie te entregó. A mi me arrancaste de los brazos llorosos de mi madre. No hubo arroz, no hubo fiesta, solo un cielo lleno de luz. Nuestros labios imantados no pronunciaban palabra alguna, la lluvia de saludos fueron testigos de nuestro juramento de amor.

A los 77 años juntos la felicidad sigue intacta, los besos sabrosos, los celos flojos. Ella me seduce con una particular sonrisa, que mi corazón no es capaz de resistir, se sonroja y maliciosamente la desnudo… Aparece de nuevo esa mirada cómplice

Desde los años del colegio sus suspiros han sido la más hermosa extensión del amor. Doné mi lonchera a un compañero, a la causa de sentarme a su lado. Compartir cuadernos fue la razón de mi vida en esos días. De tarea debía besarte y de examen complacerte. Fue lo único que nunca reprobé.

El día casi termina. Mi amada se me está yendo. Su mirada cómplice se escapa. Le apago los ojos con un beso. Su cuerpo reposa en mis brazos. Los cuadros de la casa lloran su partida. Su corazón no palpita.

Por: Artesano

lunes, 1 de agosto de 2011

Programación


Semana del 22 al 26 de agosto

Lunes 22 de 8 a 10 a.m
Hábitos de estudio
Auditorio Facultad Nacional de Salud Pública
Venta de la revista de la Facultad

Martes 23 de agosto
Presentación de cuenteros  Hall Principal Facultad Nacional de Salud Pública
Venta de la revista de la facultad

Miércoles 24 de agosto
Cineforo Auditorio 12 a 2 p.m
Película: El mago de Oz a cargo del profesor Álvaro Olaya.
Bibliocafe
Venta de la revista de la facultad

Jueves 25 de agosto
Banda de música de la Facultad presentación 10 a.m
Grupo Cultura Vallenata Facultad de medicina Hora: 12 m. Hall principal de la Facultad
Premiación del concurso de cuento
Auditorio Facultad Nacional de Salud Pública.
Venta de la revista de la facultad

jueves, 30 de junio de 2011

Concurso de Cuento FNSP













I CONCURSO DE CUENTO Y POESÍA FACULTAD SALUD PÚBLICA

Pautas del concurso

Participantes
Podrán participar estudiantes, docentes,  empleados/as administrativos/as y contratistas de la Facultad de Salud Pública.

Fechas
Limite de entrega: Agosto 12 de 2011
Publicación de obras y votación: Del 22 al 26 de agosto de 2011.
Premiación: 26 de agosto de 2011 Auditorio Facultad Nacional de Salud Pública


Tema: Libre

Obras
Las obras deben ser originales e inéditas, no pueden  haber sido premiadas en otros concursos y deben responder a los géneros de poesía o cuento.

Extensión
La extensión de cada obra deberá ser máximo 3 (tres) páginas tamaño carta, escritas en computador, letra verdana 12 y con interlineado de uno y medio.

Autoría y entrega
Los originales de las obras deben firmarse con un seudónimo y entregarse  en sobre sellado, debidamente marcado con el título de la obra y el  seudónimo. En el mismo sobre debe incluirse una hoja con los datos personales del autor: Nombre, documento de identidad, correo electrónico, teléfono y vínculo con la Facultad (estudiante, docente, empleado, contratista). Adicional al documento impreso se debe enviar el archivo electrónico de la obra al correo electrónico: bfnsp@biblioteca.udea.edu.co
                                
Recepción
Las obras se reciben en la biblioteca de la Facultad, el límite de entrega es Agosto 12 de 2011.


Aceptación
Para la aceptación de las obras, se tendrá en cuenta que estas si se ajusten a  las características de cuento y poesía, además del cumplimiento de los requisitos establecidos en el concurso.

Exposición
Las obras estarán expuestas en el Hall de la Facultad

Jurado
El jurado estará conformado por el público de la facultad, en la siguiente forma: Votación en urna sellada indicando el cuento o poesía de su preferencia o en el Blog del Concurso.

Solamente se admite un voto por persona el cual puede ser por los dos géneros poesía y cuento.

Premiación
La premiación se realizará el 26 de agosto de 2011 el auditorio de la Facultad.  Se hará lectura de las obras ganadoras.

Premios
Se premiarán las obras que ocupen el primer y segundo puesto en cada género literario.

Luego de la premiación se hará publicación de las obras en el blog con el nombre de los autores.