sábado, 20 de agosto de 2011

La Otra Vida

La otra vida

-Alcides el hijo de Saulo, al que enterramos antier, resucitó- Gritaba espantada Rosario. El pueblo se aglomeró.

Fermín en medio de la gente, se acercó y le dijo:

-¿Cómo aseguras que resucitó?

- Lo vi salir del cementerio cubierto por el sudario y la bruja Lía le quitó sus ropajes y murmuró -diles la verdad, di que mucha gente ha resucitado- Contestó ella. La gente asustada no sabía qué hacer.

En eso llegó alguien conocido hablando suavemente y les dijo:

-Soy Alcides.

En ese momento Alonso, uno de sus amigos, irrumpió en llanto y preguntó:

-¿Qué puedes contar de la otra vida, que viste, que sentiste?

-Una tranquilidad enorme. Mi espíritu deambulaba y observaba a Marta, que no era mi amiga, quien lloraba desgarradoramente cerca al féretro; tú, Alonso, siendo mi amigo, no expresabas dolor; Claudia mi ex novia agradecía al cielo mi muerte; el noble Flavio se trastornó por mi muerte y fue el único de entre los que me enterraron que escuchó con amor y miró con misericordia a los sufrientes. Así sucesivamente, todos mostraban lo que eran.

-Pero, ¿qué sentiste en el más allá?, insistió Alonso.

-Amigo de nadie, apareció una luz muy poderosa portadora de una gran paz, semejante a nada en la tierra. Sabía qué pensaba y cómo lo pensaba. Esa energía inmensa me transcribió el pensamiento y contestaba mis inquietudes, todas y cada una con mucha paciencia.

En ese momento llegó Flavio y lo abrazó y le dijo:

- Eres mi vecino de toda la vida, tus alegrías pasaban por mi observación y pienso que ahora gozas de una segunda opción. No nos expliques, porque no entenderíamos.

Alcides llorando de alegría le dijo:

-Flavio en mi muerte entendí tu sabiduría, sólo la paz del corazón es la esencia de la vida y la felicidad es la que nos acerca a eso que vi con toda su inmensa luz. Comprendiendo que el hipócrita no gana nada y que la vida terrenal es muy corta para decidir ser infeliz.

Luego se sintió cansado y dijo a la gente que quería descansar.

Desde entonces Alcides fue el hombre más justo de toda la comarca. Vivió hasta los 80 años.

Flavio ya anciano contó esta historia a sus nietos quienes no paraban de prestar atención a todas sus historias.

Dijo uno de los niños:

-¿qué pasó con Lía?

El anciano responde:

-Cuentan que cayó un rayo en la tumba donde estaba enterrado Alcides y la bruja sólo le ayudó a quitarle los ropajes, ella murió unos diez años después, no sin antes llamar al cura y al resucitado para que la despidieran. Si quieren saberlo, el que se suicidó fue Alonso por el dolor que sintió con las palabras de Alcides.

-Así niños que hay gente muerta en vida, porque decide ser infeliz. Hay gente que tiene una segunda oportunidad: la felicidad. Porque decide ir a ella.- terminó Flavio.

Por. EL GITANO

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