-Alcides el hijo de Saulo, al que enterramos antier, resucitó- Gritaba espantada Rosario. El pueblo se aglomeró.
Fermín en medio de la gente, se acercó y le dijo:
-¿Cómo aseguras que resucitó?
- Lo vi salir del cementerio cubierto por el sudario y la bruja Lía le quitó sus ropajes y murmuró -diles la verdad, di que mucha gente ha resucitado- Contestó ella. La gente asustada no sabía qué hacer.
En eso llegó alguien conocido hablando suavemente y les dijo:
-Soy Alcides.
En ese momento Alonso, uno de sus amigos, irrumpió en llanto y preguntó:
-¿Qué puedes contar de la otra vida, que viste, que sentiste?
-Una tranquilidad enorme. Mi espíritu deambulaba y observaba a Marta, que no era mi amiga, quien lloraba desgarradoramente cerca al féretro; tú, Alonso, siendo mi amigo, no expresabas dolor; Claudia mi ex novia agradecía al cielo mi muerte; el noble Flavio se trastornó por mi muerte y fue el único de entre los que me enterraron que escuchó con amor y miró con misericordia a los sufrientes. Así sucesivamente, todos mostraban lo que eran.
-Pero, ¿qué sentiste en el más allá?, insistió Alonso.
-Amigo de nadie, apareció una luz muy poderosa portadora de una gran paz, semejante a nada en la tierra. Sabía qué pensaba y cómo lo pensaba. Esa energía inmensa me transcribió el pensamiento y contestaba mis inquietudes, todas y cada una con mucha paciencia.
En ese momento llegó Flavio y lo abrazó y le dijo:
- Eres mi vecino de toda la vida, tus alegrías pasaban por mi observación y pienso que ahora gozas de una segunda opción. No nos expliques, porque no entenderíamos.
Alcides llorando de alegría le dijo:
-Flavio en mi muerte entendí tu sabiduría, sólo la paz del corazón es la esencia de la vida y la felicidad es la que nos acerca a eso que vi con toda su inmensa luz. Comprendiendo que el hipócrita no gana nada y que la vida terrenal es muy corta para decidir ser infeliz.
Luego se sintió cansado y dijo a la gente que quería descansar.
Desde entonces Alcides fue el hombre más justo de toda la comarca. Vivió hasta los 80 años.
Flavio ya anciano contó esta historia a sus nietos quienes no paraban de prestar atención a todas sus historias.
Dijo uno de los niños:
-¿qué pasó con Lía?
El anciano responde:
-Cuentan que cayó un rayo en la tumba donde estaba enterrado Alcides y la bruja sólo le ayudó a quitarle los ropajes, ella murió unos diez años después, no sin antes llamar al cura y al resucitado para que la despidieran. Si quieren saberlo, el que se suicidó fue Alonso por el dolor que sintió con las palabras de Alcides.
-Así niños que hay gente muerta en vida, porque decide ser infeliz. Hay gente que tiene una segunda oportunidad: la felicidad. Porque decide ir a ella.- terminó Flavio.
Por. EL GITANO
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