Algunos piensan que el corazón es solo un órgano que por medio de sus impulsos bombea sangre a todo el cuerpo; pero déjenme decirle que el corazón va más allá de lo que pensamos. El corazón es el poseedor de la esencia de nuestra alma y el motor en la toma de nuestras desesperadas decisiones y deseos más profundos. Como el que yo sentía en aquel instante en que desperté con las manos y pies atados, con mis ojos tapados y tirada en la esquina de una fría habitación. Era como si el frio de la muerte fuera hasta la última entraña de mi cuerpo y cada gota de sangre que entraba y salía de mi corazón llevara en si la desolación y pocas ganas de vivir.
¿Dónde estaba? ¿Cómo llegué allí?
Mi mente no me brindaba ninguna respuesta, solo el latido rápido y fuerte de mi corazón anunciaba que todo estaba muy mal. De repente escuché los pasos de dos personas que se me acercaban: ¿Quiénes son? ¿Qué quieren de mí?, uno de ellos me dijo:
- Lo que queremos es tu corazón, ya tenemos un comprador, serás el ángel de un pequeño ser que sí desea vivir. ¿Te acuerdas de la estación del metro, cuando te dije que te necesitaban aun en este mundo?
Al escuchar aquel comentario de inmediato recuerdo aquella imagen donde caminaba por la ciudad, bajo la imponente lluvia que se apoderaba de todo. En mi mano derecha empuñaba la foto de mi amado que había fallecido la noche anterior. No lo podía aceptar, no tenía razones para seguir viviendo, todo lo que había construido se había venido al piso. Y en aquella desolación, vi aquella estación de metro donde con escasas monedas pagué el tiquete para el ingreso. Al subir a la plataforma del metro observé por un instante como ejecutar aquella idea con la que daría fin a mi vida. Aquellas personas que estaban en ese lugar no se imaginaban que tan grande era mi dolor, ni lo que les esperaba ver. Pero mi tormento interior se acabó en el momento en que vi el tren. En él terminaría todo. Dispuesta a saltar tomé el impulso y en el momento que me incliné para realizar mi cometido alguien me sostuvo de la cintura, de inmediato mi corazón entro en shock, no podía ni ver, solo vi aquella sombra que me dijo:
-Aun te necesitamos aquí, déjame todo en mis manos, te he seguido todo el camino
-¿Todo el camino? ¿Cómo no noté su presencia?, además me inquietaba ¿Cómo sabía lo que tenía planeado hacer?
El desespero llenó todo mi ser y hasta ahí recuerdo.
Ahora me encuentro aquí limitada en mi libertad. ¡Como son las cosas de la vida!, me quería morir y ahora estoy desesperada por recobrar mi libertad.
-¿Qué va a pasar conmigo? pregunté a aquella persona que me había hablado y ella me respondió:
-Solo piensa que sembrarás una esperanza en este mundo. Cogió mi brazo y me inyectó una sustancia con la que perdí mi conocimiento. En aquel profundo silencio de inconsciencia sentía como mi corazón era alejado de mi cuerpo y el flujo de sangre desaparecía de mi corazón y como la esencia de mí alma se recogía en tan solo aquel corazón y así fue dando sus últimos latidos.
Después de un largo y silencioso frio, sentí unas pequeñas conexiones que se habían adherido a mi corazón, alimentado con un cálido líquido lleno de pureza y ganas de vivir, que lentamente fue llenando cada cavidad. Empezó nuevamente a latir, hasta que sentí esa sensación tan inexplicable como cuando deseas conquistar el mundo, como cuando sientes que se te ensancha el corazón y lo sientes lleno de todos los colores, sabores y olores que pueden haber en este mundo y cada vez se llenaba más de aquella esencia angelical, que solo había pedido un solo regalo a la vida: La oportunidad de vivir. En aquel instante comprendí que ese corazón ya no era mío.
Por: Afrodita
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